En España nunca les han gustado los resultados electorales que ha habido en el Pais Vasco. Eran tantas las ganas que tenían de que ganasen otros, que arrastraban decepción tras decepción. Luego inventaron un pucherazo, y parte de la gente no podía votar a su partido y ahora que eso se les ha terminado, pues tienen otra brillante idea. Que voten los que alguna vez han estado en el país vasco, y por "presuntas coacciones" han tenido que abandonarlo. ¿Realmente están hablando en serio?
¿Cómo cojones se controla eso? Juan Kruz Lakasta nos pone varios ejemplos en su columna de ayer.
Fiesta de la democracia
La presidenta foral, Yolanda
Barcina, ve con buenos ojos la propuesta de que cualquier persona que
haya estado empadronada en Navarra durante una temporada pueda votar en
las elecciones de ésta nuestra comunidad. El grupo de expertos formado
por el Gobierno del PP que se está ocupando del tema dice que es muy
difícil demostrar quién se ha ido por razones políticas y quién no, y
que por lo tanto es mejor hacer tabla rasa. Quizás habría que ir más
allá. La condición de haberse inscrito en el padrón puede ser muy
injusta. Un ejemplo palmario: José Antonio Camacho no llegó a
empadronarse, pero tuvo que marcharse a China por razones políticas.
Evidentemente, debería tener derecho a votar. Podría darse el caso de
que otros entrenadores y jugadores de Osasuna hubiesen sufrido la misma
presión, sin denunciarla a los cuatro vientos como hizo el de Cieza. Así
las cosas, por si acaso, todos los exentrenadores y exjugadores
rojillos deberían disfrutar de la posibilidad de participar en la fiesta
de la democracia navarra. Es probable que haya aficionados que hayan
abandonado el Sadar por la misma causa: el recibo de un partido de
Osasuna contratado en
Pay Per View debería ser acreditación
suficiente ante cualquier mesa electoral foral. Pero, ¿por qué limitar
el derecho a voto a los amantes del balompié?, ¿por qué no extenderlo,
por ejemplo, a los amantes de la tauromaquia? La presidenta Barcina
manifestó en una entrevista concedida a la perla de papel de Prisa que
las peñas son del entorno de la violencia. Y más de un torero y más de
dos se niegan a venir a la monumental pamplonesa por la presión de las
peñas. Todos los toreros y subalternos del universo mundo deberían poder
ejercer el sufragio activo en nuestra tierra. Incluso el pasivo: ari,
ari, ari, El Formidable lehendakari. Bien pensado, ¿por qué va a poder
votar cualquiera que haya vivido en Navarra una temporada, y no
cualquiera que lleve a Navarra en su interior siempre? Quien haya
cocinado utilizando como guía un libro de cocina de Angelita Alfaro ha
paladeado el sabor de Navarra. Y lo ha ingerido. Lleva a Navarra dentro.
Y, por lo tanto, debe poder votar en la versión externa de su patria
interior: presentar un libro de recetas de Angelita Alfaro con manchas
que demuestren que ha sido utilizado también debería bastar para poder
votar. Al igual que presentar una botella vacía de pacharán Zoco, pues
quien bebe pacharán Zoco bebe esencia de Navarra, lleva a Navarra en sus
entrañas. Ojo: no se me escapa que ironizar sobre una cuestión tan
sensible como el drama de quienes han tenido que emigrar por razones
políticas y amenazas violentas raya el mal gusto. Pero me parece de
mucho peor gusto intentar utilizar ese drama, ese dolor, para perpetrar
un tremendo pucherazo
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